Desayunos, comidas y cócteles.

Los desayunos de trabajo.

Los desayunos de trabajo son un momento muy aprovechable y suelen ser más efectivos cuando el visitante es de fuera, cuando se quieren obtener decisiones inmediatas, limar temas ya tratados, etc. Se trata de una reunión en la que todos los asistentes saben que va a ser relativamente breve: nunca más de una hora.

Normalmente se sirve en la misma mesa de trabajo, por lo que se prepararán alimentos cómodos y debidamente preparados para su ingesta resulte lo más fácil posible. No obstante, siempre que sea posible se instalará un buffet para que cada persona se sirva en pequeñas bandejas individuales. Se facilitará la presencia de un camarero que ayude en el servicio y reponga lo que sea preciso.

Las comidas.

Comer con invitados de fuera de la empresa es muy común siempre que exista un buen motivo para ello. Es esta razón, junto al tipo de persona a la que se invita, el factor clave que van a incidir directamente en la elección del restaurante.

Una vez realizada la invitación, que debe hacerse personalmente y no a través de la secretaria, se elegirá el restaurante y se hará la reserva correspondiente para que el anfitrión llegue unos minutos antes de la hora con el objeto de recibir a los invitados. Es buena idea esperar a todos los invitados en la barra mientras se toma un aperitivo para que cuando ya estén todos se pase a la mesa y se les coloque en los sitios previamente establecidos, protocolizados o no, en función del tipo de comida y sus asistentes.

Siempre que sea posible, se habrá preparado un menú determinado, ocupándose el anfitrión de los vinos más adecuados y de iniciar la relación social previa a la entrada en materia, se debe dirigir la conversación no permitiendo que durante toda la comida se hable de trivialidades y de cosas sin importancia, pues la comida perdería su objetivo.

El cóctel de negocios.

El cóctel siempre será la antesala de una comida, una cena o la terminación de un acto. Por sí mismo carece de sentido, motivo por el cual habrá que organizarlo dependiendo del acto al que está ligado y si bien la forma de prepararlo es importante, también lo es la actitud que se adopta dentro del cóctel como anfitrión o como invitado.

El anfitrión debe ir pasando por todos los grupos que se formen, participando de la conversación y presentando a los que no se conocen, dirigiendo a los invitados hacia el comedor si se va a continuar con una comida o cena o hacia la salida a la hora de cerrar y marcharse.

También tiene que pensar al organizar el cóctel que no es una sustitución de ninguna comida, sino sencillamente un pequeño aperitivo en el que la comida y bebida que se sirve tiene la función de hacer más agradable la espera de pie, no debiendo poner por tanto platos complicados. Es conveniente poner muchas mesitas de apoyo en las que se puedan posar las copas para tener las manos libres, ya que al estar de pie enseguida se ocupan las manos con cigarrillos, bebida, canapé de turno, servilleta, etc., lo que lleva a veces a situaciones verdaderamente grotescas al tener que realizar uno de los motivos del cóctel: la presentación y no poder ejecutarla físicamente por no tener las manos libres para ello

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